Más del 50% de la superficie de Euskadi está en zona de riesgo de deslizamientos de terreno

  • Rogelio Fernández, profesor de la Universidad de Deusto, ha analizado las reacciones humanas ante las vivencias traumáticas y ha defendido que, en las situaciones de riesgo, el ser humano responde “como un animal”.
  • Antonio Aretxabala, especialista en corrimientos de tierra, ha declarado que las principales responsables de los deslizamientos son las administraciones, y ha advertido acerca de los altos costes materiales y humanos que provocan.
  • Sonja Massimo, psicóloga de emergencias, ha manifestado que “aliviar el sufrimiento y acelerar el proceso natural de recuperación del trauma” es el objetivo de los profesionales en la “zona cero”.Donostia, a 24 de mayo de 2016.– Más del 50% de la superficie de Euskadi está en zona de riesgo de deslizamientos de terreno, incluidas zonas metropolitanas de Donostia y Bilbao. Así lo ha afirmado Antonio Aretxabala, técnico del laboratorio de Arquitectura de la UNAV y especialista en corrimientos de tierra, en las Jornadas de Gerencia de Riesgos y Emergencias. Aretxabala ha realizado un análisis y tratamiento de riesgos ante deslizamientos, y ha advertido a los asistentes sobre los graves peligros y los altos costes que los desplazamientos de tierra causan en Euskadi.

    El ponente ha afirmado que las principales responsables de los deslizamientos son las administraciones, ya que se lucran económicamente de la re-edificación y ponen sostenimientos artificiales de corta efectividad y corta vida. Estas soluciones temporales computan en el PIB, y de esta manera, incrementan el índice de crecimiento de la economía del país. Como ejemplo, la catástrofe de Fukushima supuso inversiones de más de medio billón de euros e incrementó el PIB notablemente, a pesar de que la ganancia obtenida no fuera real.Foto_JuanArraiza_VICOMTECH_IK4

    Por otra parte, los costes anuales de los desprendimientos y deslizamientos son muy variables, pero oscilan entre los 200 y 500 millones de euros. Estas cifras tan altas vienen motivadas por los corrimientos de tierra provocados por la lluvia, que es un factor de riesgo y puede convertir las laderas en pendientes inestables. A este respecto, el especialista ha llamado a los asistentes a reflexionar sobre hasta qué punto se está modificando un medio que apenas se conoce y además es incontrolable. Cuando el medio natural que acoge los efectos desestabilizadores es modificado por el ser humano a través de excavaciones o urbanizaciones, además de altos costes económicos se pueden perder vidas humanas, ha señalado Aretxabala. De hecho, entre 10 y 20 personas mueren al año debido a las movilizaciones de millones de metros cúbicos de materiales que producen inestabilidades en zonas montañosas.

    Psicología en emergencias

    El profesor de la Universidad de Deusto Rogelio Fernández ha analizado las reacciones humanas ante las vivencias traumáticas y ha manifestado que, en los momentos de riesgo, hay que “entender a la persona como un animal, menos racional que emocional”. En opinión del ponente, en estos momentos “se actúa de manera menos cognitiva” y reflexiva que en nuestro día a día, y se reacciona con la lucha, la huida y la inmovilidad. Rodriguez ha añadido que, para gestionar estas situaciones de manera correcta, es necesario “conocer las emociones que puede sentir el ser humano, ya que éstas determinarán los movimientos que puede llegar a hacer”.

    Foto_RobertoCalvo_TEKNIKER-IK4Por su parte Sonja Massimo, coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) del Colegio Oficial de Psicólogos de Gipuzkoa, ha desgranado el rol y las funciones de los psicólogos de emergencias, cuyo objetivo principal es el de “asistir la tensión psíquica del afectado en el lugar de la catástrofe”, y ha resaltado la importancia de coordinarse con otros colectivos como el cuerpo de Policía, bomberos y médicos forenses para disminuir el caos que genera este tipo de situaciones.

    Massimo ha destacado dos importantes objetivos a cumplir por los psicólogos que se desplazan al lugar del accidente o “zona cero”. A corto plazo, el profesional debe “aliviar el sufrimiento y acelerar el proceso natural de recuperación del trauma”. Para ello, es preciso emplear los “primeros auxilios psicológicos” para ayudar de forma inmediata y tratar de disminuir problemas psicológicos posteriores.

    En segundo lugar, la psicóloga ha marcado objetivos y funciones a largo plazo, debido a las consecuencias que tales vivencias suelen tener en el tiempo. En este sentido, los psicólogos deben tratar las posibles secuelas psicológicas e intentar evitar la aparición del estrés postraumático, el duelo patológico o la depresión por medio de un tratamiento, individual o grupal, de psicoterapia.

    La especialista ha advertido que el psicólogo de emergencias se enfrenta a un trabajo muy duro y que, por ello, debe tener ciertas cualidades profesionales que le permitan socorrer a las víctimas de forma adecuada y, al mismo tiempo, no le debiliten emocionalmente. Y es que, como Massimo ha señalado, el impacto de ciertas catástrofes y de situaciones como la identificación de cadáveres también puede resultar de una dureza extrema para los profesionales y provocarles secuelas mentales.  Secuelas que se pueden suavizar gracias a los consejos para el “autocuidado del psicólogo” tales como trabajar en equipo y realizar frecuentes descansos, y que deberían extenderse a todos los colectivos que intervienen en la “zona cero”.

 

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