D. Antonio Aretxabala. Director técnico del Laboratorio de Arquitectura de la Universidad de Navarra
Geólogo. Profesor en la Universidad de Navarra, Geomorfología en la Facultad de Ciencias,
Geotecnia en la Escuela de Arquitectura y de Ingeniería de Edifiación, además de profesor invitado de Mecánica de Suelos en TECNUN (San Sebastián). Es delegado del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) en la Comunidad Foral de Navarra. Responsable de la Vocalía de Ciencias del Ateneo Navarro-Nafar Ateneoa, organización de carácter cultural para la divulgación de la ciencia y la cultura. Ha desarrollado un interés especial en la sismicidad histórica y los efectos sísmicos en ciudades a través de la integración suelo-ciudad como un sistema, así como en el diseño de herramientas de mitigación del daño y de la resiliencia a través del Urbanismo y la Cultura. Participó activamente en el diseño de la capacidad de recuperación de Lorca (España) con la Universidad de Murcia, la Federación de Empresarios, Ayuntamiento, Europarlamento y otras empresas y organismos oficiales. Es Director Técnico del Laboratorio de Arquitectura de la Universidad de Navarra y cofundador de INDERC (International Net for the Design of Earthquake-Resilient Cities). Participa asimismo en un debate científico internacional que busca explicar la sismicidad intraplaca y la sismicidad climática y antropogénica y sus efectos, así como el fin de la era de los combustibles fósiles, el cambio climático, el pico del petróleo y sus consecuencias para el planeta y la civilización. Ha publicado artículos en libros y revistas especializadas internacionales, es asiduo escritor de estos temas en ABC y otros periódicos, en páginas web y blogs, conferenciante y educador a niños y a adultos. Colabora con eitb en la divulgación científica y mantiene un espacio divulgativo en Radio Euskadi.
La cultura como garante de la resiliencia: la mejor herramienta para adelantarse y sobreponerse a las catástrofes
Varios ejemplos de comarcas azotadas por catástrofes muestran cómo la cultura científica e histórica, además de un adecuado conocimiento de la dinámica del medio, favorecen la toma de decisiones sociales, urbanísticas y estratégicas para fortalecerse; mientras, en el polo opuesto, aquellas comunidades que descuidaron incorporar esa cultura a sus planes de crecimiento, y no le dieron importancia a la seguridad sísmica, climática, urbana…, hoy pagan las consecuencias económicas y sociales de haber caído en ese olvido, son comunidades que tardan años en recuperarse, en ocasiones quedan heridas por décadas, a veces para siempre. Bilbao, Santander, Lorca, Sanabria, Tous, Biescas, un cúmulo de ejemplos de comunidades que apostaron por la ciencia y la cultura y hoy encaran un futuro brillante, pero un factor común a todas ellas: todo comenzó con la capacidad de sobreponerse a algún tipo de catástrofe.