No solo detectan drogas y explosivos. Los perros adiestrados pueden distinguir cualquier olor y sustancia. Restos humanos, plagas de chinches en hoteles, fugas de agua en el subsuelo, parásitos en frutales, enfermedades en muestras de orina, presencia de acelerantes en incendios, bengalas en recintos deportivos, alimentos en mal estado, DVD falsos en un puerto… «Cualquier aroma solicitado se puede trabajar y detectar».
Esta es la base el proyecto Detektalia-Donostia, presentado la semana pasada en unas jornadas de la UPV y en las que el adiestrador canino Ángel Rodríguez Larrarte, de Ikastxakur, ofreció datos de su labor investigadora en su casa-laboratorio del barrio donostiarra de Zubieta.
Sus estudios en la detección de olores por parte de perros adiestrados han desembocado en la firma de un convenio de colaboración con la sociedad de ciencias Aranzadi para la formación de una unidad canina especializada en búsqueda de restos humanos antiguos; su labor será detectar fosas comunes de la Guerra Civil integrado en el equipo del investigador Pako Etxeberria.
Los primeros pasos están dados y en breve Rodríguez iniciará la formación específica de un perro. «Primero tengo que ver cómo se trabaja en equipo con forenses y antropólogos. Estoy muy ilusionado porque en Aranzadi hay gente de mucho nivel y con una amplia trayectoria. Un perro puede detectar cualquier aroma; solo es necesario extraer la molécula precisa en recipientes esterilizados e iniciar la formación durante un periodo de seis meses a un año. En este caso con muestras óseas de diferente antigüedad».
TRABAJO DE GUANTE BLANCO Es un trabajo minucioso. De hecho, en cada muestra que manipula durante el entrenamiento, este adiestrador profesional se viste dos pares de guantes, «porque con una mano has tocado el otro guante y puede coger olor. Aquí los protocolos marcan la diferencia entre el éxito y la chapuza», apunta.
Sin embargo, «los resultados del trabajo bien hecho son espectaculares», dice. El objetivo de su proyecto Detektalia-Donostia es precisamente «buscar la excelencia en trabajos de detección con perros especializados, desde la localización y recogida, análisis en laboratorio, hasta la judicialización y peritaje de las muestras en caso necesario».
Rodríguez Larrarte tiene amplia experiencia en inspecciones oculares, tratamiento de evidencias y su judicialización, lo que le lleva a trabajar siempre poniéndose en el «peor de los supuestos, pensando que se va a cuestionar el trabajo en un juicio». «Lo hago impecable, de manera que pueda soportar cualquier pregunta y un abogado no pueda encontrar un hueco e invalidar la prueba», afirma.
IDENTIFICACIÓN HUMANA De hecho, en Francia y Alemania la identificación de personas por su olor a través de perros se acepta como prueba judicial. Rodríguez apunta que en el Estado español lo será en un futuro porque «los resultados son incuestionables»: «Con este sistema se identificó a los dos miembros de ETA del atentado de Capbreton el 1 de diciembre de 2007. Fueron unos perros los que determinaron quién se había sentado en una silla por su olor. El animal no dice quién ha matado a quién; solo aporta certezas, que ese señor se sentó allí y luego si un testigo asegura que quien estaba sentado allí disparó, se cierra el círculo».
Esta técnica de identificación que «empezó en Cuba y Rusia en los 80 y al principio era una ciencia un poco incierta», ahora ya no lo es: «Desde que está la prueba de ADN hemos ganado mucha credibilidad, ya que todos los análisis terminan confirmando los resultados que en un primer momento apuntan los perros», asegura este experto.
Estos animales se preparan a medida. «No puedo preparar uno para detectar chinches en un hotel si nadie lo quiere porque el entrenamiento base requiere de un mínimo de seis meses y para una fiabilidad total necesitas un año, además de un reciclaje permanente, introduciendo cada vez escenarios más complicados».
EL MEJOR PERRO DEL MUNDO Si bien cualquier perro puede resultar válido para una detección deportiva o funcional (encontrar objetos personales como carteras o móviles, por ejemplo), los trabajos de guante blanco como éste requieren de perros que tengan unas «características psico-físicas determinadas (ganas de jugar, estabilidad emocional, ser sociables, no tener fobias, etcétera)». Existen tests que ayudan a identificar a las mejores promesas, pero las razas favoritas de los adiestradores son pastor alemán, pastor belga (malinois) y labrador.
«Los americanos -explica Rodríguez-, que son los que marcan la pauta, si no son de raza no los compran porque la formación de un perro en algunos casos especiales les puede costar 60.000 dólares y quieren minimizar los fallos. Sin embargo, el mejor perro de Argentina, propiedad del doctor Mario Rosillo, es un mestizo. Genéticamente ha habido un batiburrillo ahí y ha salido algo extraordinario. ¿Cuál es el problema? Que los mestizos no transmiten a sus crías y al estar los genes entrecruzados, los cachorros pueden heredar cualquier cosa».
Estos perros llegan a su esplendor a los cinco o seis años y son retirados de la actividad a los ocho. En el caso de Aranzadi, los animales deberán estar preparados para oler restos hasta a dos metros de profundidad.
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